martes, 6 de octubre de 2009

El peso de la historia

He tratado con algunos amigos portugueses la cuestión de la unidad ibérica. Casi siempre surge la sonrisa entre incrédula e irónica. Cuando ven que se trata de algo serio y no de un "comentario de bar" se muestran dos actitudes. La primera es el lógico discurso victimista de la entidad pequeña que se une a la grande y que no acaba de creerse eso de la "igualdad de condiciones". Es normal, pero las condiciones económicas de los portugueses mejorarían sin duda, lo que a muchos les hace pensar más allá de otros planteamientos.
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El otro sentimiento, este más profundo y arraigado es el nacionalista. Portugal es una nación antigua, madre de muchas otras otras naciones modernas, dueña de un pasado glorioso, y lógicamente orgullosa de su imperio pero también temerosa de sus enemigos seculares, o al menos de los enemigos que sus historiadores le han dicho que tienen o han tenido y contra los que han forjado su nación. Esta visión nacionalista histórica marca como enemigo único a España e incluso, aún hoy se habla de Castilla, "Castela", más que de España como el enemigo histórico de Portugal. Ante esto hay poco arreglo ya que son sensaciones arraigadas, estudiadas desde el colegio durante siglos y aunque los tiempos han cambiado y hace casi dosicientos años que España y Portugal no se han enfrentado militarmente, la idea de la Batalla de Aljubarrota, como afirmación anti-castellana y por tanto portuguesa, se mantiene más vivo que nunca en el imaginario nacional. Hace falta tiempo y una lectura moderna y no victimista de la historia lusitana. España y los españoles necesitamos conocer, valorar y apreciar la misión histórica lusitana para acercarnos cada vez más y que se aumente el compromiso con un fecundo pasado común y que la unión sólo ofrezca ventajas de futuro y se llegue a ella de forma natural.

domingo, 6 de septiembre de 2009

El nombre de España según Menéndez Pelayo

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«El nombre de España, que hoy abusivamente aplicamos al reino unido de Castilla, Aragón y Navarra, es un nombre de región, un nombre geografico, y Portugal es y será tierra española, aunque permanezca independiente por edades infinitas; es más, aunque Dios la desgaje del territorio peninsular, y la haga andar errante, como a Délos, en medio de las olas. No es posible romper los lazos de la historia y de la raza, no vuelven atrás los hechos ni se altera el curso de la civilización por divisiones políticas (siquiera eternamente), ni por voluntades humanas.Todavía en este siglo ha dicho Almeida-Garret, el poeta portugués por excelencia. "Españoles somos y de españoles nos debemos preciar cuantos habitamos la península ibérica". España y Portugal es tan absurdo como si dijéramos España y Catalunya. A tal extremo nos han traído los que llaman lengua española al castellano e incurren en otras aberraciones por el estilo».
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Marcelino Menéndez Pelayo

domingo, 30 de agosto de 2009

Monarquía o República

La unión de una Monarquía, como España, con algunas tendencias republicanas con una República, como Portugal, con ciertas tendencias monárquicas resulta un punto problemático.
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Soluciones hay muchas y no tienen que pasar necesariamente por ninguno de los dos sistemas sabiendo esto supondría no tener un Jefe del Estado Único. ¿Sería la Diarquía una solución coherente y eficaz? Por qué no.
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Los períodos anteriores de Unidad Ibérica fueron siempre bajo el signo de la monarquía, tanto en la Hispania romana, el Reino visigodo de Toledo o bajo los reinados de los reyes Felipe II, III y IV. Pero han pasado muchos años y hace 99 años que Portugal es una República, aunque la Casa de Braganza sigue reclamando los derechos históricos que le fueron arrebatados indirectamente a través de un magnicidio.
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Parece a simple vista que una República Federal, o mejor una Confederación, sería una solución fácil, demasiado fácil quizás y no necesariamente exitosa que tendría difícil asiento en una España que adora a sus monarcas, perteneciantes a una dinastía que lleva reinado en España desde 1700.
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Sea cual fuera la solución de forma de Estado debe preservar la Unidad y la diversidad de las partes que componen Yberia. ¿Y Vd. qué opina?

viernes, 21 de agosto de 2009

Yberia capital...

Lo siento, Felipe II de España, es decir Filipe I de Portugal ya cometió un error que no debe repetirse.
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La capital de Yberia, por muchas razones, no puede ser otra que Lisboa. El mar, camino de Imperio, ruta de América, de Africa, de la India. El mar, origen de las rutas de Colón y de Diogo Cao, de Vasco da Gama y de Hernán Cortés tiene que ser el centro de una nación grande que admiró al mundo, que fue temida y odiada y finalmente derrotada pero que conserva intacta la potencialidad para seguir siendo un referente moral, económico y de convivencia en el todo el Orbe, mirando con un ojo a América, con otro a Africa y teniendo a las espaldas a Europa.
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Madrid, al lado de Lisboa, no deja de ser un capricho momentaneo del citado Rey, una ciudad provinciana (y hermosa) muy necesaria y útil para ser el centro económico, financiero y centro de transportes de Yberia, pero no su capital, donde se debe conservar la esencia eterna de Yberia, que mira al mar, es decir al futuro y al pasado a un tiempo.

Nace Yberia Nostra

Permítanme presentarles un proyecto, un sueño, una locura... ¿por qué no? un ideal. Lo he llamado Yberia Nostra.
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El nombre de Yberia, con Y inicial se toma de la forma empleada en la Crónica General de España de Florián de Ocampo, cronista del Emperador Carlos V, hacia 1540.
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Con este proyecto se trata de abrir un hueco en nuestras atareadas vidas para pensar en serio, en profundidad y reflexionar, sin dejar ningún aspecto por nímio que parezca en el tintero, sobre la necesidad, posibilidad, viabilidad y supervivencia del viejo sueño de la Reunificación Ibérica. Las posibilidades son muchas, los obstáculos incluso más. La forma de Estado, la capitalidad, los símbolos, el idioma... Parece una obra colosal, casi imposible, pero ¿es tan complicado?
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Hoy comienzo por presentar algo de tan poca importancia, aparente ante los otros retos no menores, como los símbolos nacionales, bandera y escudo. He vistado varias páginas web dedicadas a este asunto y he comprobado que hay infinidad de propuestas casi todas basadas en la historia reciente, por lo que el rojo y gualda y el rojo y verde se suelen combinar en diversas proporciones. Yo he preferido irme mucho más para atrás en la historia y unir la que fue bandera española durante siglos incluso antes de la instauración borbónica de 1700 con el pendón de Alfonso Herniques, el primer rey de Portugal. El resultado, a pesar de su ligero parecido a la Union Jack británica tiene un fundamento histórico muy anterior a la coinstitución del Reino Unido, país, por cierto, para nada ajeno al distanciamiento entre los hermanos ibéricos, muñidor de desencuentros y alcahueta de odios fratricidas... nada nuevo bajo el sol.
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El escudo, que contiene símbolos relacionados como la forma de Estado, como es la corona Real, y que por tanto podría ser modificado, se basa también en los símbolos históricos de ambas naciones. Incorpora un águila bicéfala con la que se han representado a lo largo de la historia las naciones conformadas por dos entidades equivalentes. Sé que caben muchas interpretaciones, contrapropuestas y cambios.
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Espero que sean tan amables de dar su opinión. Gracias.